A una semana de su muerte, imágenes vuelven a revelar que se cometió todo tipo de abusos contra el anciano ex dictador
(AP)
DANIEL MEZARedacción Online
Conocidos los crímenes y represión que se produjeron durante su mandato de más de 40 años, a algunos les parecería políticamente incorrecto observar si se cumplieron o no los derechos del dictador libio Muamar Gadafi, a exactamente una semana de su muerte. No obstante, al menos como lo indica legislación de la comunidad internacional en su Derecho Internacional Humanitario (léelo aquí), la violencia no se debería combatir con más violencia. Así lo indican los documentos de los Convenios de Ginebra relacionados al “Tratamiento de Prisioneros de Guerra” del 27 de julio de 1929.
“Los prisioneros de guerra están en poder del gobierno (grupo) enemigo, pero no de los individuos o grupo que los ha capturado. Ellos serán siempre tratados humanamente y protegidos, particularmente contra actos de violencia, de insultos y de la curiosidad pública. Las represalias contra ellos están prohibidas”, sostiene el artículo 2 del tratado (aplicable tanto a conflictos armados internacionales y no internacionales).
Asimismo, el artículo 3 reza: “Los prisioneros de Guerra tienen derecho a que se les respete a su persona y su honor. (…) Ellos seguirán gozando de su plena capacidad civil”.
Por lo visto de manera explícita en los últimos videos, se pudo ver poco de la intención de acatar esta norma por parte de un Consejo Nacional de Transición que aspira a ser democrático. Y no solo por el propio Gadafi: también mataron sus hijos.
TIRANO MASACRADO
Desde el primer momento observamos cómo, ni bien capturado, el tirano del país con el PBI per cápita más alto de África fue tomado violentamente y empujado, ya una vez herido y totalmente debilitado por los primeros disparos que, según informaban las cadenas de medio oriente, le habían dañado las piernas. ¿No hubiera sido mejor para los deudos de sus crímenes un juicio en los tribunales?
Videos grabados con celulares mostraban imágenes explicitas del anciano dictador, muy distinto a aquel implacable y joven coronel que derrocó al Rey Idris I en setiembre de 1969 para instaurar su nuevo gobierno. Gadafi, ensangrentado casi la mitad de su cuerpo, era obligado a caminar y humillado ante cientos de curiosos que se sumaban a la macabra celebración.
Otra secuencia muestra al débil prisionero colocado en el capot del auto siendo molido a golpes por rebeldes que lanzan arengas de emoción. Apenas se alcanza a escuchar, entre los gritos, un pedido de “clemencia” del moribundo capturado, lleno de tierra y más sangre.
Lo de su muerte es otra historia: se la adjudicó la OTAN en primera instancia.
Después, un libio adolescente y finalmente otro rebelde libio adulto aparecían en YouTube gritando con armas en mano “yo lo maté”.
Lo último, y el hecho que repudió a Amnistía Internacional y hasta provocó el asco del primer ministro ruso Vladimir Putin: la sodomización –abuso sexual- contra el viejo opresor que divulgó un video más subido a la plataforma de videos. Este mostraba a un rebelde actuando de manera infame con un cuchillo en mano a sus espaldas. ¿Qué más nos falta ver?
A esto se le puede sumar los homicidios a los hijos de Gadafi, la posterior exposición de los cadáveres a la curiosidad pública, la apología al hecho en un videojuego, entre otros actos condenables. La idea es que no se repita.
Fuente: Elcomercio.pe
